sábado, 20 de diciembre de 2014

El silencio de Dios

En un mundo donde las prisas y el activismo parecen dominarnos, siempre hay una queja ante la supuesta indiferencia de Dios por tanta injusticia y mal del que somos testigos diariamente. ¿Por qué permanece Dios en silencio mientras los buenos sufren persecución? ¿Cómo es posible que Dios parezca estar impasible ante tanto dolor y muerte de inocentes? Sólo hay una respuesta ante este misterio: el silencio de Dios ante la muerte de su Hijo en la Cruz. De esta manera, esa supuesta y aparente indiferencia es el grito más elocuente de Dios: nuestra vida del día a día no es otra cosa sino la prolongación en la historia de la muerte en la Cruz del Inocente por excelencia. Tu dolor, tu sufrimiento, tu enfermedad, tu renuncia personal, tu sacrificio escondido, tu generosidad sin palabras...todo eso, son manifestaciones del gran silencio de Dios que, como diría san Pablo, con "gritos inenarrables" manifiesta al mundo que la única victoria es la de Cristo en la Cruz...Vencedor del pecado y la muerte. Mira el silencio doloroso de la Virgen que permanece fiel junto a su hijo en la Cruz. Su fidelidad también alcanza a tu sufrimiento incomprensible y sin sentido, porque te arropa con su ternura y misericordia para que esos silencios de Dios los descubras como amor sin condiciones.

La Historia de Navidad

jueves, 18 de diciembre de 2014

Oración a la Virgen de la Esperanza

María, madre de la esperanza... Oh María, madre de la esperanza, tu que has conocido nuestra fragilidad a través del sufrimiento de tu Hijo, vuelve tu mirada de Madre a todo sufrimiento y debilidad humana.
Tú que esperaste contra toda esperanza junto a la Cruz de tu Hijo infundiendo fe a los discípulos confundidos y desilusionados alcánzanos el consuelo de la esperanza. Hoy te imploramos, oh Madre de esperanza: pide a tu Hijo que tenga misericordia y nos sostenga en los momentos más oscuros de la vida; intercede por nosotros para que vivamos el tiempo con la esperanza de la eternidad para contemplar con gozo la gloria de Cristo Resucitado. Amén